lunes, 3 de mayo de 2010

► [Otoño]


Esta mañana el otoño desayunó conmigo un buen chocolate caliente con galletas de avena para entrar en calor y tener ánimo, porque se viene un día pesado, pero si trabajamos en equipo podremos cambiar todos los colores de un día como hoy.

Y en ese mismo cambio andamos todos, algunos más despistados que otros, pero si nos sentamos en un banco del parque y miramos a nuestro alrededor, hay mucho con que entretenernos. Pasa gente y los más friolentos ya han pillado el abrigo o chaqueta, los presumidos, ya han estrenado la última moda de otoño-invierno, y los remisos se empecinan en querer seguir luciendo el bronceado, que tanto les ha costado conseguir, aunque sea a costa de un buen resfriado.

No se ustedes, pero yo me fijo en las personas, me puedo pasar un buen rato pensando en lo que será sus vidas, tratando de imaginar sus cosas. Pero ante lo que jamás dejo de sorprenderme, aunque para tantos es de lo más normal, es cuando veo el cambio de colores que poco a poco se va produciendo en otoño. Y es que se cuela despacio, si no pones toda tu atención y te fijas, no lo ves, así cuando te quieres dar cuenta, la alfombra de hojas seca se coloca bajo tus pies. Muchos árboles han ido haciendo un desnudo integral delante de nuestros ojos, con el vaivén del viento sinuoso, hoja a hoja como los dedos de los guantes de Fer.

Aunque lo más impresionante es el cambio que padecemos muchos de nosotros, porque no podríamos vivir siempre con esa euforia desbordante que nos invade en verano, esas ganas que nos da el sol para hacer muchas cosas. El cuerpo y el espíritu necesitan un descanso; Al igual que los arboles parecen dormitar en esta época, para retomar las fuerzas que necesitarán en primavera, nosotros tenemos que hacer el mismo.

Es una estación bonita, como todas, aunque tiene muchos detractores y otros tantos sufren un bajón enorme, es muy estimulante para los poetas, nostálgica para los románticos, inmensa para los soñadores. Para todos los que como yo, somos “bichitos raros” a los ojos de muchos, nos inspira, nos envuelve y nos transporta.



Es raro que lo diga, pero me gusta el otoño; sus mañanas y tardes frías, su cielo gris, sus árboles borrosos entre la niebla, vagamente hermosos... Es exquisito cobijarse con una manta en el sofá, mientras el color gris del cielo entra por la ventana y saboreas un chocolate caliente que te hace recordar la esencia de este otoño.

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