viernes, 31 de julio de 2009

Peces* (♪) [Fca Valenzuela]

He dedicado mucho tiempo, energía y amor
En esa cosa
En esa cosa que no tiene suficiente valor
Ojalá que se asfixie con su cadena de cristal
Ojalá que ya se tropieze con sus tacones al andar.

Si hay tantos peces en el mar
por qué siempre pesco el que no me deja nadar
o uno que le cuelgan muchas más
Tal vez ella sea bonita si te gustan las sonrisas huecas
las impresiones coquetas las piernas perfectas al caminar.

Obvio que siento un cálido afecto hacia tí
aunque me robes el corazón.
Y me lo partas en dos y te lo comas
y devores y digeras ligeramente.

No importa si no sientes lo mismo que yo
Ya no, ya no me gustas si me evitas no me invitas
si no gritas mi nombre al pensar en el amor y...

Si hay tantos peces en el mar
por qué siempre pesco el que no me deja nadar
o uno que le quelgan muchan más
Tal vez ella sea bonita si te gustan las sonrisas huecas
las impresiones coquetas las piernas perfectas al caminar.

Recuérdame como la del mal genio
Recuérdame,
Recuérdame como la bruja amargada que chillaba y no coqueteaba
cuando se nesecitaba y...

Si hay tantos peces en el mar
porqué siempre pesco el que no me deja nadar
o uno que le cuelgan muchas más
Tal ves ella sea bonita si te gustan las sonrisas huecas
las impresiones coquetas las piernas perfectas al caminar.

► No entender

Sí, soy un imán!

Sin darme cuenta atraigo a los hombres, debe ser porque no soy tan mina para algunas cosas, aunque NUNCA pierdo mi esencia de mujer. Por lo mismo tengo más amigos que amigas y las amigas que tengo son contadas con los dedos y de una sola mano.

Mi brillo exterior e interior hace que los hombre lleguen a mí sin llamarlos, soy alegre, chistosa y muy confiable, claro me ven como el mejor "amigo". A veces no me incomoda, pero por ser tímida y tan extrovertida en situaciones, muchas veces pierdo bonus track...


Todos tenemos un prototipo hacia el sexo opuesto... a propósito de esto, recuerdo a un amigo que dijo una vez: -Me encantan las mujeres altas, de tez clara, pelo negro, contextura normal y ojos marrones, que sean muy femeninas y que le guste cocinar- Que aberración más grande, su actual polola ni se parece a ese prototipo de mujer, es baja, pelo castaño, ojos café, morena, no es femenina, odia la cocina y la invitaría al gym hasta la vida eterna. (pero me cae mal)

Entonces, ¿Servirá tener un prototipo? En realidad para que si uno siempre termina con otra cosa.

He oído que a los hombres les gustan las mujeres calladitas... no muy entradoras, claro, eso es obvio, -Imagina una mujer entradora y un hombre calladito, que escena más patética.


Lo mio es que cuando le gusto a alguien yo no sé, entonces con mi forma de ser algo tímida y extrovertida en ocasiones... espanto a los hombres. Soy muy directa, sincera, hasta apática a veces y eso asunta. Entonces, ¿Cómo pareja no sirvo? o a lo mejor yo soy la que está mal... mi prototipo de hombre es otro y estoy en el lugar equivocado, por eso me encuentro con especímenes que se espantan. No sé, debo analizar eso.

Por el momento debo preocuparme en no atraer hombres del montón, ni básico, mira que ultimamente, -Uufff, mejor sin comentarios.

martes, 28 de julio de 2009

► Criada por la lluvia

La lluvia es parte de mi vida, aprendí a convivír con ella en Concepción, donde nací y me crié.

Cuando era chica iba al colegio y salia con mis amigos para todos lados aunque estuviera cayendo el agua a chuzos. Sólo necesitaba mis buenas botas de agua. No cambiaría mi ciudad por otra, me encanta estar refugiada en mi hogar y saber que afuera está todo mojado y más limpio.

Aprovecho los meses de frío para crear y pasar tiempo en silencio. Escribo y dibujo... esta temporada es ideal para estar en mi espacio tranquila.

El abrigo es algo fundamental para mí, por eso no tengo reparo en llenarme de chalecos, camisetas, leggins y bufandas. "Soy demasiado friolenta". En mi casa tengo todo el día la calefacción puesta y ando muy abrigada. Mis amigas se ríen de mí, pero poco me importa, eso sí, porque si lo crucial para disfrutar el invierno es andar llena de capas, no lo pienso dos veces.

lunes, 20 de julio de 2009

► La cuarta estación


Nos obliga a aletargar el paso, a cuidarnos de las inclemencias del tiempo, a buscar refugio. No sólo bajo un techo, sino también en ropas de abrigo y en deliciosas comidas. Ésta es época de sopas, de platos humeantes y dulces que dejan caer su hechizo; uno que hace desaparecer en segundos la culpa. En esta época del año no contamos las calorías y sólo nos dedicamos a disfrutar: del caldito que dejan las sopaipillas pasadas, de la mantequillas que se derrite sobre un trozo de pan amasado.

Es curioso que en nuestra niñez el invierno se mencione en cuarto lugar cada vez que se enseñaban las cuatro estaciones del año. O que algunas poesías se refirieran a él con tristeza. Curioso también el título de la película coreana Primavera, Verano, Otoño, Invierno... y Primavera, que hace énfasis en la época en que todo florece y no en la que se lleva lo añejo.

A pesar del prejuicio que genera el invierno, hay quienes lo disfrutan. Como yo, que adoro esta época del año, porque me reconforta mirar la lluvia.

El invierno invita a contemplarlo; y si es desde la tibieza de una tina, mejor. Disfruta la estación en que todo se mueve a un ritmo más lento.

domingo, 19 de julio de 2009

► Hasta que me bajó el instinto

Un par de semanas atrás, gracias a una pareja de amigos que hace poco son orgullosos padres de mellizos, con un amigo fuimos a hacer de niñeros por un rato. Dos guaguas exquisitas (un él y una ella) de un mes y medio de vida. Entre las 15:30 y las 17:30 horas estuve con “el Jose” durmiendo en mi pecho, tranquilito, rico el cabro. Mientras tanto, mi amigo sostenía a la hermana del Jose en igual situación. Entonces me bajó todo el instinto y, tras un par de miradas cómplices, risas, levantadas de cejas y algo de nerviosismo miré a mi amigo y le dije sin más: “Me gustaría ser guagua”. Bueno, no guagua 100% pero medio guagua sí, sobre todo en lo que al trato, cuidados y responsabilidades se refiere. Imagínense: conseguir cualquier cosa es muy fácil. ¿Tengo hambre? Para qué levantarme, ir a la cocina, abrir el refrigerador y cocinarme algo. Lloro y listo. ¿Ir al baño? Qué lata. Un, dos, tres… me mojé. Lloro y listo.


Si me quedo tranquila y no jorobo nunca “soy la guagua más tranquila y exquisita del mundo”. Y si me muevo mucho y me mato de la risa soy “la guagua más despierta y exquisita del mundo”. ¡Sería increíble si me ven tomar todo el copete y me felicitan! Y después, lo bueno. Una mano suave y cariñosa golpearía mi espalda para sacarme los chanchitos del vodka-tónica. Si esto ya sería bueno, lo mejor estaría por venir: me celebrarían los flatitos y, mientras más grandes, más risas sacaría. Díganme que no sería tierno. Estoy que lloro. Y no de emoción, sino porque con tanto combinado –perdón, quise decir relleno– me hice.


En serio, si fuera guagua estaría todo el día acostada en una cuna que vibra y me relaja, sin preocuparme del dividendo, el alza de la bencina cada jueves, el próximo eliminado de Pelotón VIP o las elecciones de diciembre. No tendría que salir de mi casa, porque todo el mundo me iría a ver y si levantara un dedo, esbozara una mueca de sonrisa, me tirara uno o se me saliera otro, todos reirían (si hago lo mismo grande, la cosa no tiene gracia, ¡cómo nos cambia la vida!).


Si mi sueño se hiciera realidad, estaría todo el tiempo jugando, comiendo o durmiendo, mientras el resto del mundo gira en torno a mí (como el móvil que miraría todo el día). ¿Me despertaron muy temprano para la papa? No importa. Después del trago, bien enguatado, se viene la tonta siesta. Y, por último, volvería a ser linda y a escuchar palabras como “qué niña más bonita, mira qué nariz más chiquitita, qué guagua más tierna”, y a ser besuqueada y abrazada por muchos. Siempre en pijama y rodeada de hombres. Un sueño.


Pero les advierto: Hoy, como mujer soltera que soy, eso es impracticable. No me dejo besar ni abrazar por desconocidos, así es que ni lo intenten. La guagua ya crecio.

viernes, 17 de julio de 2009

► Sí, pero no...

El “doble estándar” –este popular deporte que se practica con especial destreza y ahínco a lo largo y ancho de nuestro fértil territorio– tendría los días contados si no fuera porque todos tenemos –unos más y otros demasiado– tejado de vidrio.


Inconsecuencia es otro calificativo del mismo fenómeno, y ahí entran jefes exigentes que sacan la vuelta, carabineros que manejan hablando por celular y padres que predican el respeto a sus hijos, pero gritonean a la nana. O esos viejos que critican a sus hijos televitos y añoran la época en que ellos, de niños, leían a Salgari, Julio Verne o el Tesoro de la Juventud, pero que hoy tienen llagas en las manos de tanto hacer zapping.


En el escenario político esta disciplina está en el manual de procedimiento, a niveles de perfección alucinantes, por habilidad o pertinacia en el entrenamiento. Hoy se defiende el blanco y mañana el negro sin complejos, pero con una condición: no hay que ponerse ni siquiera colorado.


Un par de ejemplos están ahí, sobre la mesa, en temas de primera página de todos los diarios. Veamos.

Uno de los bloques políticos, conforme se acercan las elecciones, avanza blandiendo la ventaja moral de la defensa de la democracia en Chile, al momento que enrostra al otro el apoyo y la acción en dictadura. Ese es un dato que se ajusta plenamente a la verdad, sólo que ni por asomo esos mismos monjes de la democracia recuerdan con qué entusiasmo prestaron ropa a regímenes de la misma calaña, pero de otro color ideológico.Hasta un viaje presidencial de turismo totalitario se hizo este año a Cuba sin inconvenientes de unos y para escándalo de varios anticastristas chilensis.

¿En qué quedamos? ¿Detestamos las dictaduras o el problema es que no sean de nuestro sector?

Y qué decir en la discusión de la mentada “píldora del día después”, donde se ha hecho un carnaval del “doble estándar”, de lado y lado nuevamente. Toca que un porcentaje no despreciable de los apóstoles pro vida que hoy salen a la calle dispuestos a inmolarse para evitar que se reparta una pastilla que, en una de esas provoca un aborto, hace pocos años hablaban de “supuestos” detenidos-desaparecidos, sin considerar entonces su principio favorito del “ante la duda, me abstengo”, para rechazar la muerte de un ser humano. Y por la vereda de enfrente las cosas no se ven mejor. Muchos de los guaripolas de la defensa de las libertades públicas y los derechos humanos, que apuntan con el dedo a todo lo que se mueve, ni pretenden esperar el consenso científico sobre el carácter o no abortivo de la famosa píldora para tomar partido, pues ellos juegan en otra cancha, la de la libertad reproductiva de la mujer, sin más consideraciones, como si lo que se engendrara en el vientre femenino fuera un puñado de guaipe, y no una vida tan valiosa como la de cada desafortunado morador del Patio 29.

¿En qué quedamos? ¿Somos pro vida o estamos por defenderla cuando nos convenga para sostener nuestras ideas?

Estimado conciudadano: si usted aspira a formar parte de la selección nacional del “doble estándar” no olvide algo clave: aférrese al principio éticomás potente que encuentre o le acomode, aunque en el pasado, ahora mismo o en el futuro, lo violente y trapee el piso con él. Suerte.

► Suplicio chino

No sé como me pudo pasar esto a mi...

Soy una mujer de caracter, pero me dí cuenta que también tengo esa parte débil, ¿De mujer? obvio, si lo soy... y mala también. (A)

Pero, ¿Cómo decirle a alguién que no te importa? -Pregunta preguntoza, si eso lo digo siempre en la cara- Pero esto es distinto, no es algo de piel, si no de comportamiento, caracter, actitudes, comunicación básica... Si lo que detesto son los hombres básicos y por esas cosas de la vida golpean a mi puerta todos los días, como moscas en la mierda -Como si fueran agradables-

Me supera, es muy mata pasiones para mi, eso me pasa por dar mi msn y conocer gente donde no debo...


"¿Sábes? no me interesa saber más de ti"... uuuffff!!! yo creo que me odiaría toda la vida y lo traumaría, sé que sí, porque él es vulnerable, chico, fome, pegote y no da más.

Lo peor que una puede hacer, es darle alas a alguien por un rato, menos si es un tipo menor que tu... ¿Qué cresta pasa con los menores? después no te dejan tranquila, parecen perritos detrás de una y eso que a éste, no le he dicho, ni echo nada y esta que corta las huinchas, -Que horrible, esto es un suplicio chino-


Recuerdo más de un par de veces que dije: "¿Sábes?, no me interesas" y me sentí tan bien, claro, porque dije algo que sentía, dije la verdad, a pesar de que el tipo me miraba con cara de -"No me hagas esto Karen"- yo brillaba de relajo y felicidad por mi gran frase, pero bueno, no todo es perfecto, menos yo. Ademas no fue de mala onda, ¿Para que estar con alguien que no te intersa?
A lo mejor me sentiría igual o peor que él si esa frase me la dijeran a mi, no sé, quien sabe, puede ser, pero todavía no ha nacido ese hombre. Cuando me la digan, escribiré mi reacción en esta página solo para desahogarme.

Pero bueno, volviendo a mi suplicio, llevo 2 semana hablando por msn y lo he bloqueado 7 veces; -Record-
Lejos es el tipo que se hace el lindo, guagualón para escribir, escribe como la corneta y lo peor aun que se enoja porque no le contesto altiro -¿Qué?- Si, se enoja y me pide explicaciones -¿Explicaciones? ¿A mi? Si a la única persona que le doy explicaciones es a mi vieja- Nadie puede pensar que en el msn una va a estar escribiendo con una persona, o si? Menos si esa persona es tan idioteque como él poh; jura de guata que entro al msn para saber de él -Tomaré cartas en el asunto- Además tengo como 100 contactos más importantes que él, -Eso tambien podría decirle, o no?

Esta bien, soy apática, molestosa, irónica y cruel, pero ¿Cuándo le diré la frase de oro? No pasará más allá del domingo, así me quito este suplicio y la lata de tener que leerlo por msn y encontrármelo cuando menos lo espero.

NEXT!!! =D

miércoles, 15 de julio de 2009

► Neopadres

A mi alrededor hay una ola de embarazos y nacimientos de guaguas por todos lados. Según mi ginecólogo, se trata de un baby boom, o sea que no es sólo mi entorno sino que mucha gente decidió –o le tocó- tener un hijo este año. Deben ser los astros. En este contexto, he observado ciertos fenómenos interesantes:


1.- Ahora los hombres participan. Mi teoría es que ellos también tienen instinto paternal (¿o maternal?), que se va desarrollando con el contacto permanente con la guagua. No sólo el padre que muda o juega: el padre que atiende a su hijo, que sabe ponerse en su lugar, que acuna y contiene.


2.- Los padres y madres de hoy quieren estar informados. Valoran conceptos como apego y parto humanizado; leen sobre el tema y toman talleres de parto, de crianza y de masajes (talleres que antes habrían rechazado por prejuicio, al menos los hombres).


3.- A pesar de lo anterior, y de que cada vez más mujeres transmiten a sus médicos lo importante que es para ellas el respeto a su intimidad y la necesidad de que el hijo llegue al mundo en un entorno poco invasivo, la experiencia de parir sigue siendo traumática. He oído cuentos horribles: matronas que obligan a sus pacientes a someterse a procedimientos innecesarios y vergonzosos, anestesistas que se enfrascan en discusiones sobre política con el doctor mientras aplican la epidural, equipos médicos que en medio de una cesárea arreglan cuentas por cierto incidente interno... y así. El tema es que los partos siguen siendo traumáticos, aun cuando los padres de hoy exigen más que nunca el derecho a decidir como vivir uno de los momentos más emotivos de sus vidas. El tema es que los profesionales de la salud ya deberían notar que no son los protagonistas de estas historias. Son apenas personajes secundarios (y algunos no dan ni para extras).


Los tiempos cambiaron. La tendencia es el parto sin violencia, con la menor intervención médica posible, en silencio, en soledad, dejando que la mujer escoja la mejor posición para parir y respetando ese espacio sagrado de contacto madre-hijo que debe producirse justo después del nacimiento. Para mí, lo anterior es casi de sentido común. Basta pensar que si los partos son traumáticos para la mujer, para los niños deben ser una tortura, como ya se sabe. Y si es así, ¿por qué a los médicos parece no importarles? Si tú fueras un feto que de repente es obligado a salir del único lugar que conoce: cálido, protegido y en contacto con su mamá, ¿Cómo preferirías que fuera esa experiencia?

miércoles, 8 de julio de 2009

► Onces Completas

Siempre, cuando tenía que celebrar algún evento importante de mi vida, mi mamá me llevaba a un buen salón de té a tomarme una once completa. Eran increíbles, porque te servían de todo: tostadas llenas de mantequilla, chocolate caliente, torta y helado, Además, los mozos eran guapos y elegantes, sólo andaban de blanco, con corbatín, el pelo bien engominado y te decían “señorita”. Me encantaba ser parte de esa formalidad, como también me gustaba escuchar el ruido de los cubiertos, las risas de la gente y ver las mesas humeantes con cafés y cigarrillos.


Y justo por aquella misma época, recuerdo, me gustaba un chico, que no encontré nada mejor que invitarlo a una once completa. Aún no lo olvido. Era un amigo de mi mejor amigo, que frecuentaba día por medio la casa de él y siempre usaba unas poleras rayadas que me encantaban. Se llamaba Ignacio y apenas se lo propuse, no se hizo ni por un segundo de rogar. De hecho, hasta llegó a emocionarse cuando le conté de los sendos pedazos de torta y los helados que le servirían. Nos pusimos de acuerdo para ir ese mismo domingo. Todo andaba sobre ruedas, pero justo, de improviso, se presentó un tremendo obstáculo en el camino: mi nana. Dos días antes de nuestra cita, mi mamá me exigió que la llevase conmigo, para “salvaguarda” mi reputación (estaba convencida de que si me daba permiso para salir sola, teniendo sólo 12 años de edad, todo el mundo pensaría que era una “suelta”). Pero me daba lo mismo lo que pensara la gente. A mi lo único que me importaba era mi galán diminuto. ¡Si llegaba hasta a soñar con él! Me imaginaba en un salón de té ultra cursi y romántico, chocando nuestras tazas y adulándonos mutuamente nuestros peinados de “mini lolos”. Pero yo ya sabía que nada de eso sería posible en presencia de mi nana. La rolliza fea y bigotuda estaría todo el tiempo molestándonos; eso era tan seguro, que armé un mañoseo escandaloso lo suficientemente inolvidable como para que mi madre finalmente cediera. Y lo hizo: mi nana ya no me tendría que acompañar a la cita, sólo iría a dejarme y a buscarme.


Y así fue. Pero lamentablemente, nada salió como en mis sueños. Llegué al salón de té, recuerdo, acicalada como nunca, y jamás llegó mi galán. Lo esperé más de una hora y me dejó echando raíces con una once completa para dos personas, que de puro picada me engullí entera. Y cuando ya estaba a punto de marcharme, divisé el lugar desierto y ahí recién entendí todo. Me acordé de que ese día se jugaba un importante partido entre Chile y Argentina y por eso no había nadie, y por lo mismo me habían dejado plantada. Luego mi propio galán me lo confirmó. Pero lo bueno fue que se sintió tan culpable, que para resarcirse terminó invitándome una once completa a la semana siguiente. Y no una cualquiera, sino una especial que traía, además de todo, chocolate, helado y churrasco.

► Gorda y feliz

Hace rato que el primer mundo adora a Beth Ditto, la vocalista de una banda de rock independiente llamada The Gossip, pero yo la vine a conocer hace poco, gracias a mis conocidos melómanos de radio... (mejor no hacer publicidad). Beth Ditto es gorda, peluda, feminista y lesbiana. Todo lo que no hay que ser en estos tiempos, o todo lo que hay que ser para que te discriminen. Pero el caso de Beth es diferente, ella es un ícono cool. Puede ser por su música que a todos les gusta mucho, pero lo más probable es que sea por su desparpajo: su insistencia en sacarse la ropa en el escenario y en todas partes, dejando ver sus 110 kilos de rollos, su enorme poto sudado y celulítico y sus -menos impresionantes- axilas peludas. Todo su feo cuerpo -lo que es muy incorrecto como comentario, pero, vamos, nadie podria decir lo opuesto- exhibido ante una audiencia enfervorizada o en la portada de una revista con aires de gata sexy. Cuando le preguntan, ella -que canta contra el machismo y la homofobia- dice que disfruta mucho del sexo y que ama su gordura, cosa que me atrevo a dudar. No lo del sexo, sino lo otro, lo del amor a su sobrepeso. Lo mismo decía nuestra Katherine Orellana, que apenas pudo partió a operarse para ser delgada, normal, promedio. ¿Existirán los gordos felices? ¿Se pondrá de moda algún día la gordura? ¿Y las axilas peludas? Sería tan cómodo: comer muchas papas fritas, nunca más depilarse ni un vello y seguir siendo atractiva y sexy. Un mundo perfecto en el que las modelos tendrían celulitis y las conejitas Playboy posarían con su pubis frondoso, como en los años hippies.


No, no creo que Beth Ditto se quiera mucho a sí misma, pero sabe que de no ser por su obesa humanidad expuesta a todo el mundo no tendría ni un tercio de la fama que tiene. Tal vez habría vendido algunos discos, pero nadie la consideraría cool. Quisiera preguntarle a Katherine Orellana si siguió teniendo tanta atención mediática después de la operación. Juraría que no. Lo mismo que Pamela de "1810". ¿O alguien cree que su popularidad no tiene que ver con que es gorda? ¿La habrían seleccionado si no lo fuera? Me asalta otra duda: ¿Por qué no tenemos a ningún hombre en esta lista de obesos famosos?


Pienso en Pamela y me dan ganas de asesorarla, de decirle que ahora que es una especie de celebridad no haga como Katherine, sino como Beth, que transforme su grasa en acto subversivo, no para tener más éxito, sino para colaborar en la busqueda del mundo perfecto. Pero dudo que quiera hacerlo. Yo no lo haría: soy demasiado vanidosa y, como ya he contado, estoy demasiado cansada para el activismo. Pero Beth Ditto no lo está. Gracias a ella, puede que pronto en todo el mundo se usen las axilas pobladas y sea estiloso ser gorda. ¿O debería decir robusta, rellenita o maceteada?.

► Mis mañas en el sexo

El concepto maña, como tal, lo ocupaba mi mamá para decir que yo era una niña difícil a la hora del almuerzo, porque no me comía el tomatican, que no lo tragaba justamente por eso, porque era una mañosa. “Déjate de ser mañosa -continuaba–, porque en el mundo está lleno de niñitos que no tienen qué comer y felices se servirían este rico tomatican”. Mmm…No, mami, aún no creo la segunda parte, pero, en fin, ocuparé ese concepto, acuñado tan fielmente por ti, pero esta vez para describir ciertos gustos en la cama en medio del acto sexual. No te lo diré, claro. Te vendría un ataque al corazón y te mueres in situ.


MAÑA NÚMERO UNO: “No alumbre, si lo va a hacer, hágalo”
Comenzó a los dieciseis. Estaba con Santi, uno de mis primeros pololos, y en medio del calor de un beso quinceañero, el niño me miró y me dijo: “Quiero hacer el amor contigo, Karen”. Mi cara fue de “no repetir, no entender”. O sea no. “Por ningún motivo, don Santi. Sácalo de tu cabeza”, porque eso me impacta. No fue por la idea de hacer lo que seguramente don Santi venía imaginando en su cabecita adolescente desde hace ya un buen tiempo, sino que lo que me molestó profundamente de la frase fue el adelanto, la advertencia, la anunciación de dicho acto. De ahí en adelante, gracias a don Santi, nunca más me gustó la idea de: “Karen, ya pues, estamos dados, esta noche salta la liebre”. No, no, no. Que no me vengan los nuevos “Santi 2.0″ con el exceso de información. O se les ocurre como abordarme y generar un atmosfera, o tal vez se me ocurre a mí y sale increíble, o nada. Pero, lo siento, eso de la publicidad anticipada del producto no va conmigo. Viva la improvisación. La excitación inesperada.


MAÑA NÚMERO DOS: “Calugasos out”
Ésta necesita de una pequeña explicación. Porque sino quedaré como una meretriz profesional, una chica de la noche de las que cobran por lo que yo hago con gusto. Y no es raro que eso pase, porque mi maña número dos viene de ahí, de ese mundo del comercio carnal. Hace años lo vi en una película y caí en mí: no era original de Karen la maña. Y consiste en que no doy besos mientras tengo sexo. No doy besos en la boca mientras hago el amor. Y no es que sea una declaración de principios ni nada, si a veces he roto mis propias reglas, nunca tan estructurada, pero es que me desconcentro con el besuqueo. Claramente prefiero mirarlo a la cara y respirar agitado o articular el movimiento del resto de las partes de mi cuerpo y concentrarme.
Por eso debe ser que no doy besos. No tiene que ver con lo de las prostitutas y su miedo a enamorarse, tiene que ver con que me gusta más estar con mi boca lejos de su boca y mi pelvis pegada con Stick Fix a la de él. ¿Taquilla no?


MAÑA NÚMERO TRES: “Calladito te ves más lindo”
Me cargan los parlanchines. Me carga la conversación en medio del acto. No me gusta, no sé por qué. Hay gente que aprovecha de decir todo aquello que, no estando excitado, no puede decir; o aprovecha el momento para declararse largamente en medio del vaivén de los cuerpos y eso me da lata. ¿Por qué no esperamos para después, cuando estemos descansando uno al lado del otro y conversamos todo aquello que nos atormenta en el día y en el trabajo? ¿Por qué no vemos mañana lo de las vacaciones? ¿Por qué no eres más inteligente y se te ocurre que me amas más que a tu ex polola cuando prendas el cigarro y no ahora que me estás penetrando con las primeras cuatro letras de esta palabra? Sin más explicaciones, cierra tu boca.


Bueno, este tema de las mañas sólo lo entiende la persona que no se comía todas las comidas con agrado cuando infante. Pero tal vez todas y todos tenemos una que otra maña. Lo sé porque anduve sondeando y algunas amigas creen que después de cada polvo deben cambiar las sábanas; otras sienten que no pueden hacerlo si está la tele prendida; a otras no le gusta que le aprieten con fuerza los pechos o les da rabia que le digan “tócate tu misma las pechugas”. En realidad, a mí tampoco me gusta eso. En realidad me gustan miles de otras cosas, de hecho, el sexo me alucina. Pero eso de tócate tu misma, en el acto, tampoco me gusta. Chuta, ya llevo cuatro. Soy lo peor. ¡Cabra chica mañosa, habiendo tanta gente en el mundo que feliz se comería el tomatican entero!

martes, 7 de julio de 2009

► ¡Chuta, viene alguien! ¡Vístete!

¿Habrá situación más traumante que cuando te pillan "in situ"? ¿Habrá momento más vulnerablemente doloroso que cuando un agente externo, como tus padres, tíos o cuñados, te encuentran con las manos en la “masa”? De hecho un momento así puede llegar a ser un shock que permanece por siempre, como cuando nos da por hacerlo rápido y corto, sin que haya un más mínimo indicio de que alguien viene. Pero a veces una se queda con la idea, y esa idea es por aquella chambona vez que te pillaron. ¡Viene alguien, estoy segura! ¡Shhh, cállate! ¿No escuchas? Pero no vuela ni una mosca. A eso se le llama efecto postraumático coito descubierto. Aunque ya no me pasa que me pillen, claro, porque con los años una se va haciendo grande y se va comprando o arrendando algún departamento o casa, donde además de no tener que mirarle la cara a nadie, se puede tener sexo dignamente, sin hacerlo a las rapiditas, ni a las escondidas de ningún imprudente.


Mi más recordado maldito shock lo viví en la casa de mi pololo R. Eran más o menos las dos de la tarde de la primavera de 2005 y yo había hecho un break en la universidad, no para la colación alimenticia, sino para la colación afectiva con R. Entonces lo fui a ver y nos lanzamos al piso del dormitorio de los adorados suegros y lo hicimos felices en medio de un lugar ajeno al nuestro. Debió haber sido genial, porque yo -que no soy buena para el grito ni para el quejido-, ese día me desahogué y me expresé en mi excitación. Pero no me di cuenta cuando la antagonista de la historia, la malvada cuñada, entró a la casa. Evidentemente, para mantenerse en su rol ella no podía decir “hola… llegué” -y con eso nos hubiera ayudado a no pasar la vergüenza de nuestras vidas-, porque como toda antagonista, te quiere tener entre sus manos para destruirte y contarle a sus santos padre lo que vio; entonces entró despacio. ¡Y nos descubrió la muy voyerista! Sin embargo, como Dios castiga, pero no a palos, la espía de la moral medieval se enredó con los pies de su hermano, y cayó casi, pero casi, al lado de nosotros.


Escena surrealista: la antagonista mirándome fíjamente en el piso con su cabeza casi incrustada en el velador; su hermano sobre y dentro de mí; y yo terminando de jadear de un solo impacto. Pero hay gente mala como ella y gente estúpida como R, que no se inmutó por mi desgracia de ser vista sin ropa por la malvada, sino que se río y lo tiró a la broma: “Jajaja…parece que estamos jugando al montoncito, ¡todos arriba de la Karencita!”. Mmm, ya ¿era cómico? ¿Estábamos viendo el Japenning o tienes la sensibilidad de Esquéletor? Ayúdame a decir las palabras “púdrete tú y tu hermana”. Nunca más lo hice en el santo dormitorio de mis suegros, me traumé.


Sin embargo, más horroroso fue lo de mi amiga Coni G. Estaba en la casa de su novio, pegoteada a él como lapa y tapada con la nunca bien ponderada “manta”. Pero sorpresivamente llegó la madre del condenado con una de sus hermanas. Y Coni y el novio lamentablemente ya estaban en traje de Adán y Eva de la cintura para abajo, pero bajo la manta. La hermana de la madre, muy comedida, muy discreta y ubicada, dice: “Pero mira, Susana, te apuesto que estos niñitos están en pelota debajo del chalcito”. Riéndose Susana, la suegra, dice: “Cómo se te ocurre, Eugenia, no los molestes más, vamos a la cocina”. “Pero, mira, -insiste la discreta- apostemos, les saco el chal y están en pelota, ¿cierto, niñitos? Están piluchitos. No me lo nieguen”. Coni sudaba de terror y el sobrino del año también tratando además que no se notara su “estado”. Pero Eugenia disfrutaba. Era pérfida. Hasta que se acercó, estiró su mano, en un ademán de que sacaría la manta y los dejaría expuestos en sus partes, y dijo en medio de carcajadas: “se la creyeron, niñitos, cómo se les ocurre, si la tía Euge los quiere…sigan en lo que estaban, pillines. Yo hacía lo mismo con el tío Mario”.


El caso tres y final es el de Toffee. Toffee es mi amigo y lo quiero, pero nunca, en ningún aspecto de la vida, mide las consecuencias. Esa noche menos. Le dio, pero le dio que quería hacerlo con su pinche en el baño de un restorán de turno. Tiene esa obsesión, el público. O sea hubiera sido una disco, un bar repleto de gente, un pub ultra taquilla, pero esto era un restorán, con muy pocos comensales y el quería ahí. Tozudo al cubo. Entonces el rey de la exposición llevó a su pinche al baño y tuvo sexo relajadamente hasta que llegaron dos guardias y el dueño del restorán a sacarlos de un ala. Lo peor fue que los diez seres humanos que comían ya se habían enterado que había una pareja de depravados sexuales en el baño del establecimiento y no dejaron de hacer comentarios cuando Toffee, tuvo que cruzar el lugar, cual Jesús de Nazaret con la Cruz y con el estigma y el rostro de recién…eso mismo.


Bueno a el le gusta, pero a mí no. Prefiero no pasar susto. Sin invitados ni visitas sorpresa, si la cosa no es una película de estreno para que lleguen a interrumpir. Acá hay candadito cerradito, nadie más juega. Especialmente la espía hermana de R.

lunes, 6 de julio de 2009

► Cambio de gustos

Cuento corto: en el 2004 el sexo oral era para mí lo más sorprendente que había creado la Divinidad, ahora no. En el 2004 un masaje en la espalda me excitaba, porque pensaba que de pronto las manos del individuo se acercarían a mis zonas más prohibidas, ahora no. En el 2004, también, quedarme conversando con un cigarro en la mano era como la guinda de la torta para una buena y reciente relación sexual, ahora no. Pero él, que fue mi novio también en ese año, dice que no puede ser que mis gustos hayan cambiado y que parezco otra persona. Que le complica que ahora me gusten otras cosas, que no sabe cómo empezar. Yo le digo que qué tanto escándalo. Cambió Michael de color, cambia y aumenta el agujero en la capa de ozono, Berlusconi cambia de amante a cada rato, cambian los resultados de las encuestas y no voy a cambiar yo. I’m sorry!!!


Me acuerdo que por esa época, otro de mis gustos decía relación con un tipo de besos, cortos y pequeños, que comenzaban a crecer en magnitud. Eso me gustaba. Muy de a poco hacía crecer ese beso hasta que se transformaba en un beso enorme con boca gigante. Cosas de una. Mientras más grande el beso, más grande eran mis ganas de amar hasta desfallecer. Pero bueno, eso tampoco me pasa ahora. A veces me gustan los besos pequeños y otras empezar con la boca abierta como si el mundo se fuera a acabar. Gustos que se van trasformando con los años, pero él insiste con ese beso que va de menos a más. Oye, gaio, -le trato de decir con telepatía- no seas tan cerrado, déjate llevar, si ese tipo de beso ya es pasado. Busquemos otras maneras. Hay otros besos ricos, yo te muestro.


Pero él siempre dice que no es posible, que uno se tiene que morir con los gustos, que es como cuando él era niño e iba a comer con su mamá a un restorán. ¿Qué tiene que ver la señora acá? No lo sé. ¿Es posible que la traiga hasta nuestra más profunda intimidad? En fin. Dice que a él le gustaba pedir cheesecake de postre y que aún le gusta pedir lo mismo, porque, según su raciocinio, uno lleva sus gustos sexuales a la tumba, y si no hay cheesecake él se amurra y no come postre. Entonces no puedo venir yo a cambiarle todo el panorama y bla bla bla. O sea, que me perdone, pero si ya no me gusta fumar ese cigarro “post-amor” es porque ya no fumo. Pero él, marqués de la flexibilidad, dice que también le molesta que si antes a mí me trastornaba que me hiciera sexo oral, ahora me guste, pero no me trastorne tanto como antes. ¡Pero si me trastornan miles de otras cosas!


Dice que lo hago para confundirlo. Pero a mí me parece que eso le viene de pura inseguridad y de cabro chico mañoso que es (cosa que me encanta). Su santa madre debiera haberlo obligado a comer banana splits, torta de chocolate o papaya por malcriado.


Hace unos meses una amiga me mandó un correo que hoy me hace ruido. Ella estaba afligida por algo que a mi parecer no era para afligirse y que se relaciona a mi conflicto actual-sexual con ese ser humano intolerante. Procedo transcribir parte de su correo: “Amiga, antes me gustaban algunas cosas en la cama que eran como el punto de partida para mi excitación. Era como matemático. Me gustaba que me dieran pequeños mordiscos en la nuca y así comenzaran a bajar con mordisquitos pequeños hasta la cola…Pero hace un año conocí a un gringo, le conté lo que me gustaba y lo hizo todo mal: me mordió demasiado fuerte el tarado. De ahí que me carga todo eso, soy capaz de boxear a quién me quiera morder algo…”


Bueno todo cambia, gaia, es muy entendible. Entonces ésta es la moraleja: “Los años y las experiencias van mutando los puntos de nuestra excitación”. Tras esta reflexión me fui pensando en todas esas cosas que me gustaban desde adolescente, como esos besos en el cuello que eran como lo más osado que uno podía hacer. Ahora me gustan las frases audaces e insolentes, me gusta que me toquen demasiado rato seguido, me gusta tocar también aunque estemos muriendo de deseo. Me gusta, después del sexo, prender la tele y ver mi canal favorito del cable. Me gusta cambiar de posición y que con sus manos inmovilice las mías. Me gusta el malcriado del cheesecake, tal vez por eso le aguanto tanto. Pero, malcriado, no te quedes ahí, no sé que me gustará en ocho años más.

► Con ustedes: Míster Chile 2009



Alumno de Ingeniería Comercial, Robinson Tajmuch, Míster Chile, acaba de obtener el segundo lugar en el concurso internacional Mister Universe 2009, en Punta Cana. Desfiló en zunga, traje típico y formal y tuvo que responder ante el jurado qué cambiaría de Chile.


Cuando este Santiaguino de 24 años y un 1.88cm recibió la invitación para participar en el Mister Universe 2009, lo primero que pasó por su cabeza fueron las clases en la universidad. Robinson cursa cuarto año de Ingeniería Comercial en la Universidad Andrés Bello y no quería repetir el desmadre de haber reprobado varios ramos en primero, cuando comenzó a incursionar en el modelaje. Tenía sólo 19 años y las lucas lo tentaron. Dos millones de pesos por un día de trabajo no estaban mal.
Dijo: –Me eché ramos, mi viejo se enojó y me llegó el medio reto. O sea, el modelaje le carga. Cree que es un ambiente lleno de homosexuales. La primera vez que regresé de una sesión de fotos maquillado me dijo: “Entras así de nuevo en esta casa y te desheredo”-.



Pero el concurso fue más fuerte. A sus profesores les dijo que se iba a un viaje de negocios. Robinson le dio un beso a su polola, una modelo brasileña, y partió a República Dominicana con sus productos de belleza en la maleta. En Punta Cana Robinson se encontró con otros 25 participantes de todo el mundo. A diferencia del resto de los místeres, el chileno se enfrentaba por primera vez a un concurso de belleza. Los demás participantes venían de agencias especializadas en estas lides, a cargo de respetados missiólogos (a saber: expertos en misses), quienes les enseñaron cómo vestirse y qué responder, las reglas básicas de los concursos de belleza.
–Los otros místeres se las sabían por libro. Veían una cámara y se tiraban un piquero.

En el concurso, muy a su pesar, le depilaron hasta las axilas y, acto seguido, le enchufaron una zunga dorada una talla menos que la suya. Robinson pensaba en cómo lo iban a molestar sus amigos en Chile.




¿Qué ocurrió la noche final?
Salimos al escenario con traje formal, zunga y traje típico. Yo me puse el de huaso. El representante de Costa Rica salió todo emplumado, muy brillante, y le comentó a Felipe, mi mánager: “Qué suerte el traje típico de Chile. Robinson se ve tan elegante y masculino. ¡Y mírame a mí!”. También hicimos un sketch en el que bailamos un reggaetón de Daddy Yankee que se llama Pose. El público estaba vuelto loco.


¿Cómo es la entrevista personal?
Te llevan a una habitación donde te hacen una serie de preguntas. Igual daba nervios. Me preguntaron qué cambiaría de Chile. Y yo contesté que en la actualidad, por todo el cuento de la crisis económica, Chile era un país en el que la pobreza se ve muy afectada, entonces le daría más ayuda a ellos, a los necesitados… Me fui por ese cuento, bla bla bla y me las saqué bien. Tengo la suerte de ser rápido de mente y de hablar bien y fluido. También me preguntaron cómo le explicaría a una persona ciega qué es la belleza.


¿Qué respondiste?
Que, al ser ciega, una persona desarrolla más otros sentidos, como la audición, el olfato y el tacto. Entonces, trataría de describirle la belleza con un rico aroma, con música, para generar un ambiente que le permitiera percibirla aún sin verla. En estos concursos no hay que responder lo que uno piensa, sino lo que el jurado quiere escuchar.


¿Por qué ganó míster Estados Unidos? ¿Era más regio que tú?
No, lo que pasó es que estábamos en un resort y en las presentaciones finales el público era mayoritariamente gringo. Chile no tenía tanta llegada. El jurado quería dejar contento al público. Fue un tema de marketing.


Esa noche te hicieron más preguntas, esta vez con público…
Sí, sólo a los cinco finalistas y eran preguntas que ya nos habían hecho llegar esa mañana. Las había leído y las había contestado en un papel. Me sabía las respuestas de memoria. Había preguntas mejores que otras. Una muy buena era qué opinaba uno sobre el matrimonio gay. Quería que me tocara, porque la mitad del jurado era gay y yo sabía perfectamente qué contestar. Pero tuve mala suerte. El gringo y yo éramos los dos últimos en la ronda de preguntas y quedaban dos sobres, uno de ellos con la pregunta que te digo. Entonces el gringo me dijo: “Elige tú”. ¡Y justo escogí la otra! A él le tocó la pregunta del matrimonio gay y claro, se lució diciendo que uno es nadie para juzgar el amor entre dos personas y bla, bla, bla. ¡Todo el mundo lo amó!



¿Les dieron flores?
En los concursos de hombres no se entregan flores ni corona. Sólo una banda que se pone como una bufanda y un trofeo de cristal.


¿Qué premio te dieron por el segundo lugar?
Eso me enfureció. El primer lugar se lo llevó todo: diez mil dólares en ropa, diez mil dólares en efectivo, dos pasajes y estadía pagada en cualquier hotel de la Cadena Barceló, contratos para trabajar en los Fashion Weeks de Miami y en Europa, más dos premios sorpresa de auspiciadores de jeans y trajes de baños.


¿Y tú?
Cero.


¡Mentira!
Imagínate mi rabia: falté un mes a la universidad para que no me dieran nada. Bueno, fue una bonita experiencia, gané contactos y ahora estoy negociando para irme a Nueva York a trabajar con Elite o Ford. También recibí una invitación para modelar en el Fashion Week de Ecuador.

Cosas buenas* (♪) [Gondwana]

Un millón de cosas buenas,
el sol sale en la mañana
tus ojos son la ventana
que me impulsan a vivir.

Un millón de cosas buenas,
encontrarme una guitarra
en el medio de la noche
tambien puedes ver la luz
en las calles las miradas
realidad mas que ficcion
comprender la situacion
del que no comprende nada.

Un millon de cosas buenas
la poesia la palabra.


Un partido de domingo
ya me pasan en la radio
recordar que no hay horario
para dar el corazón
que no falte la salud
pa' conseguir el pan a diario
una sonrisa en los labios
un aumento en la pensión
un fruta en la pasion
de los que viven postergados.

Un millón de cosas buenas

Un millón de cosas buenas
le pedi a Dios para los dos
Un millón de cosas buenas
le pedi a Dios para los dos
Un millon de cosas buenas
le pedi a Dios para los dos
Un millón de cosas buenas
le pedi a Dios
le pedi a Dios
para los dos.


Un millón de cosas buenas
que rompa todas las barreras
pa` que florezcan las praderas
perdona mi buena intención
educación para el que quiera
ser un doctor o abogado
ojala lo brinde el estado
o rock and roll pa'l que es mas vago
de ahi soy yo al fin y al cabo
es objetiva mi canción.

Justo antes de dormir
hice una oración
Un millón de cosas buenas
quiero para el hoy


Un millón de cosas buenas
le pedi a Dios para los dos
Un millón de cosas buenas
le pedi a Dios para los dos
Un millón de cosas buenas
le pedi a Dios para los dos
Un millón de cosas buenas
le pedi a Dios
le pedi a Dios
para los dos


Un millón de cosas buenas
Un millón de cosas buenas para ti y para mi
Un millón de cosas buenas
Un millón de cosas buenas que podamos partir
Un millón de cosas buenas para ti para mi.
un millon de cosas buenas

sábado, 4 de julio de 2009

► De Rich & famous

Hace unos días, por esas cosas del destino y también por un milagro de Facebook, recibí una invitación para asistir a un “meeting” en un lujoso hotel de la ciudad, una de esas instancias para gente joven, de buena situación económica, que se junta una vez por semana a intercambiar ideas, experiencias y datos de negocios vía bluetooth.


Desde que llegué en mi pequeño jeep japonés me vi un poco intimidada en los estacionamientos por los imponentes y lujosos deportivos, germanos y galos, entre otros (ahora sé como se sintieron los parisinos en la Segunda Guerra Mundial). Parecía el Salón del Automóvil de Stuttgart. Me estacioné entre un yate y un jet, dejé mi chueca junto a los palos de golf del resto, apreté el botón del piso 15 y me lancé a la vida. Arriba la cosa estaba top. Mi nombre estaba en la lista, la música sonaba, todos hablaban de lucas –y nadie de Bugs Bunny-, y de lo decaído que estaba Cancún. Yo conozco Cau Cau. Era como hojear las sociales de una revista de papel couché, pero sin la Julita y la Mary Rose. Aunque igual vi su par de abuelitos octogenarios, pero no los reconocí. Quizás fueron pudientes en el auge salitrero.


Si bien ubicaba personalmente a varios presentes, a muchos de ellos los conocía “socialmente”. Llevaban apellidos de ex presidentes, conocidos empresarios y otros por el estilo, como Alessandri, Bulnes e Ibáñez, y otros ilustres (Escalona, ni uno solo). No vi a Dióscoro Rojas, ni pipeño, ni empanadas, así es que seguro esto no era como la Cumbre Guachaca. Sí vi harta champaña y puro “shuchi” (nadie ahí podría decir Shampaña y sushi). En cambio, sí vi mucha ropa fashion y alta costura –los tillibles minos o más bien dicho, los gaios regios, un Dj y un Vj animando el evento, harto Rolex y Tag Heuer –y mi Seiko-, mucha collera y zapato fino y, por supuesto, Blackberries y ¡Phones por doquier (¿Por qué será que ningún jetón con ¡Phone puede evitar jugar con el en todo momento, ah?). Lo pasé “salvaje”, les diré.


De las 10 veces en que estiré la mano para saludar, en cinco me la dieron, en tres recibí tarjetas, en una me la besaron y en otra me pasaron un billete de 20 con el cual llené es estanque de la “furia japonesa”. A ver si con una de las tarjetas consigo rebaja en Louis Vuitton, con la otra me hacen precio en alguna acción de la Bolsa de Valores y con la tercera...No, con la tercera tarjeta nada. Si me estás leyendo, si, tú, te pido que me olvides. No te voy a llamar. En fin, fue una experiencia enriquecedora –literalmente hablando-, que espero repetir algún jueves. Más ahora que nuevamente subirá la bencina.

► Pasar el examen


A pesar de que todos los años es igual, sigo sorprendiéndome cuando llega la temporada de ranking de colegios. Dos pruebas nacionales (Simce y PSU) parecen determinar el éxito o fracaso de un establecimiento, ya que la prensa se encarga de publicar ediciones especiales con toda la información, que es devorada por padres deseosos de que sus hijos sean los mejores. Yo estudié en colegios muy buenos, particulares todos, con énfasis en el desarrollo de los talentos individuales, algo que no suele ocurrir. Y mis colegios hoy no figuran en la lista de los mejores, ¿Alguien ha pensado que un colegio cuyo principal objetivo es entrenar a sus alumnos para rendir favorablemente ciertos exámenes tiene el éxito asegurado? ¿Qué clase de colegio sería ese? Son cosas que uno empieza a cuestionarse, no soy madre, pero ¿Qué más será cuando lo sea? ¿Qué tipos de colegios habrán? Veo a mis amigos cuyos hijos están en proceso de postulación y mi sensación es que los que postulan son ellos, los padres, que en una entrevista personal se juegan la vida. Deben demostrar que son lo suficientemente inteligentes o católicos o disciplinados o sensibles, dependiendo del colegio. Y yo pienso que aquí algo anda mal ¿No debería ser al revés? ¿No es uno el que les confía a ellos lo más preciado que tiene para que le entreguen valores y conocimientos?


En Estados Unidos y Europa, la tendencia que gana adeptos es el “home schooling”: educar a los hijos en casa, los padres a cargo de la enseñanza. Dicen que la sociedad sobrevalora el aprendizaje intelectual a una edad temprana, que los niños deben aprender jugando y que cada cual debe hacerlo a su ritmo y a su manera. Tiene sentido, pero que pasa con los amigos, la socialización, el conocimiento del mundo real. En tal caso, más vale elegir un colegio Waldorf, inspirado en las ideas de Rodolf Steiner, quien precisamente pone al juego en la base de la educación. A mi me encantaría que mis hijos aprendieran de esa forma, pero ¿Seré yo lo suficientemente buena para ese colegio? ¿Debería ser vegetariana y no ver futbol por la tele? Si, ya sé, mejor no me burlo, porque seguro que en un par de años más me sorprenderé revisando los ranking, y con pánico antes de la entrevista personal.


En todo caso, lo que más me inquieta no es eso, sino como encontraré el colegio que reúna todos mis requisitos (que esté cerca, mixto, laico, personalizado, particular, pero no muy caro, que estimule los talentos y que no deje de lado el deporte y el inglés) y, más aún, como haré para ponerme de acuerdo con mi marido sobre el orden de importancia de estos requisitos.

miércoles, 1 de julio de 2009

► Recuerda

1- Cuándo estés triste:
Nos iremos de carrete y te ayudare a planear la venganza contra el wn/a que te puso asi.

2- Cuándo sonrías:
Sabré que por fin te acostaste con alguien.

3- Cuándo estés asustado:
Te dire de todo mi corazón... que te dejes de mamonerías!!! ya crece!!!

4-Cuándo estés preocupado:
Te diré mirandote a los ojos: wn/a, todo eso te paso por andar caliente!!!!

5- Cuándo estés confundido:
Conversaremos y te haré ver que te debes quedar con la más buena!!! 1313

6- Cuándo estés enfermo:
Ni te me acerques; cuando estes mejor, ahi me hablas y salimos, no quiero que me contagies.

7- Cuándo te caigas:
Me cagaré de la risa todo el día, por lo wn que eres.