domingo, 2 de agosto de 2009

► Lo siento...

Siempre, hay alguien que conoces y que te inspira dos cosas a la vez.

Siempre hay alguien a quien, por todo lo que ha hecho a lo largo de los meses, desearías odiar, detestar, y sin embargo, cuando menos te los esperas, te encuentras echando de menos un abrazo que te dio, un beso en la mejilla que por el antes, por el entonces, y por el después, lo significó todo.

Te encuentras echando de menos que te defendiera de algo que tú sola no podías, que se acordara de ti siempre.
Te duele saber que a él le costaba tanto como a ti no poder parar las cosas, ver como el orgullo iba tragándoselo todo.
Te duele haberle hecho tanto daño sólo por protegerte a ti misma, por negar lo evidente, por tener miedo de quererle, por pensar que era demasiado bonito para ser cierto.
Te recuerdas acostada a su lado una noche, mirando al cielo, viendo las estrellas, su brazo contra el tuyo.
Recuerdas el día que lo conociste, cada mirada de ese día que llevaba toda esa electricidad dentro.

Recuerdas lo fácil que fue decirle que le querías, lo fácil que fue conocerle y empezar a quererle, lo fácil que era pasarte horas y horas sin aburrirte a su lado y desear el día siguiente, porque en cuanto te separabas, lo echabas de menos.
Recuerdas cómo te reías, lo que le gustaba decirte lo guapa que estabas.
Y después, después recuerdas cómo todo se acabó, cómo discutistes, cómo dejastes de llamarlo y cómo te olvidastes de todo.

Es la primera parte de lo mismo.
Y lo echo de menos.

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