domingo, 10 de mayo de 2009

► La mala película erótica

Hace algunos meses en el cumpleaños de un amigo participé de una conversación harto infructuosa. El centro de la discusión era esas películas seudo eróticas de un canal que empieza con I y termina con Sat. La mayoría de mis amigos decía que cuando estaban faltos de deseo sexual, acudir a ellas era lo mejor que podía pasar, porque quedaban con ganas de hacerlo con quién sea; que daba lo mismo si no tenían una trama clara, siempre y cuando vieran un par de pechugas grades y redondas. Que tras ver películas como esas, varios hombres habían concebido a sus hijos, no hay que ser perna/o, porque ese cine “la lleva” ----Ya oh!!

Mi postura era que esas películas tal vez te prendían por algunos minutos, y que daban ganas y ya, pero su contenido era tan comercial, repetitivo y sin gusto que se te olvidaban altiro, o sea la calentura no continuaba y no había ni una sola imagen cachonda que recordar... una reverenda lata. Es que hay nada más desmotivante que millones de centímetros cúbicos de silicona y bótox, una serie de archi probadas, expresiones de deseo fingido, múltiples quejidos que más parecen de un chancho en peligro, que de mujer excitada... por dios! nadie grita tanto, ----¡Callen a esas mujeres, por favor!

Y lo peor no es que cinematográficamente valgan todo lo que es un hongo, si yo tampoco les pido contenido; lo peor es que los besos, no son besos, los roces, no son roces y los movimientos entre uno y otro van de manera tan dispar que hacen que la penetración sea tan difícil, como que uno de sus eximios actores gane un Globo de Oro por actuación, o sea, la tipa se mueve como ondulante y él tipo como perrito jodiendo. Por lo tanto, por pura lógica sabemos que ambas pelvis con suerte se conocen. Escuchen, chiquillos, si no tienen que tener un coito real, estamos de acuerdo, pero debe parecer que lo tienen. Actor de cuarta, si la coreografía de la dama es ondulante, usted debe imitarla y ondular, siempre de arriba para abajo, pero ondular para que funcione.

Me acuerdo de mi adolescencia cuando en los pijamas partys con mis amigas arrendábamos nuestra película de culto, éramos tan chicas que eso era lo más erótico visto jamás. O la vez que nos juntamos un grupo de amigos/as del barrio a ver Butterfly con la maravillosa actuación de Pía Zadora, todos probablemente comenzamos a sentir cosas, pero los chicos por más que trataban de que no se notara, tapándose, cambiándose de posición en el sillón, parándose al baño, tuvieron consecuencias. El cine erótico es amplio y variado y sus clásicos probablemente han nutrido los polvos de la humanidad, pero el soft porn del cable es penca.

Alguna vez tuve un chico que era fanático de esas películas, de hecho decía “Oh, my god”. ¿Oh, my god?, ¿cómo hacía esa estupidez? Estoy segura que cuando hacia el amor sentía que lo estaban grabando, porque recurría a una serie de gemidos de laboratorio, pobre tipo. Ahora debe ser de los que goza con ese canal que empieza con I. Grabará las imágenes y las ensayará con su almohada, creerá que se va a encontrar una rubia exuberante y una mansión como esas que aparecen allí en donde poder gritar su “Oh, my god” con toda propiedad.

Anoche mientras en ese canal mencionado podía ver a la rubia sexy con su movimiento ondulante y al galán gringo de pelo en pecho que me hacia llorar del asco, en unos canales más abajo había una película extraña. Italiana, de los setenta y que contaba la historia de una mujer vampiro que llegaba a vivir a la casa de una ex compañera de colegio. La vampira terminaba seduciendo a su ex compañera y al marido de ésta y me resultó de lo más interesante. Estaba llena de fallas técnicas, pero era realmente erótica, tenía una carga extraña. Me dieron ganas de ser vampira forever y de andar por la vida mordiendo a la gente en el cuello. No sé si es por esa carga tan sexual de los vampiros, pero el director había logrado que el ser humano que la viera pensara en sexo desde el comienzo hasta la muerte de la maldita con una estaca en el corazón.

Ésas son películas. Ése tipo de películas son las que te dejan espacio a la imaginación, las que hacen que tu pecho se exalte de puro deseo contenido. No las otras, donde no salen de las tres posturas clásicas. Aprendan a hacer el amor, es de lo más cool, lo de ustedes da sueño, mejor lo pasa mi gatita Carlota alaraqueando en el techo con el gato vecino.-

No hay comentarios: